Después de mucho cavar el ejecutivo porteño pudo inaugurar lo que el ejecutivo nacional le impidió hacer antes de las elecciones de Jefe de Gobierno de la Ciudad.
De seis meses a esta parte no muchas cosas cambiaron. Las estaciones son las mismas, las formaciones son usadas, los empleados son los que se desempeñaban en otras líneas del subterráneo. Sólo cambio la oportunidad política. Telerman ya no es el enemigo que era. Ahora puede inaugurar.
Y la línea H comenzó a funcionar para beneplácito de los vecinos que ahora pueden unir Caseros con Once en lo que tardan en sacar la tarjeta. No les importa que los coches sean viejos o que haya murales en las paredes. Lo realmente importante es que por fin una línea recorre de sur a norte la ciudad sin tener en cuenta los intereses comerciales del puerto, rompiendo la concepción que hizo que todas las cabeceras del ferrocarril y sus prolongaciones subterráneas terminaran en el puerto. Podrán decir que la Línea C es un excepción pero si se fijan bien verán que une dos terminales ferroviarias que confluyen en el Puerto.
Mucho esperamos los vecinos del Sur de la Ciudad por esta inauguración, sólo tenemos fe en que para inaugurar el tramo que falta no debamos esperar mucho más.
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