lunes, 12 de noviembre de 2007

venian por el buzón

El otro día, como todos los días, fui a tomar el colectivo a la parada que esta en Belgrano entre Rioja y Urquiza, justo al lado del buzón. Tres hombres bajaron de una camioneta sin identificar y abrieron la puerta del buzón. Pensé que estarían trabajando para el correo y que se disponían a sacar las cartas dejadas por cientos de vecinos dirigidas vaya a saber uno a quien, o que tal vez tenían por objeto saludar a algún pariente por su cumpleaños o informar de la enfermedad de un amigo o el simple contar como anda a un ser lejano.
Al abrir esa pequeña puerta aparecieron portadocumentos, una precaria, muchas cartas, papeles sin importancia y hasta un pasaporte. Hojas manchadas con sangre. Pero no, estos tres desconocidos no venían por las cartas; VENÍAN POR EL BUZON.
Rápidamente sacaron una barreta, una maza y unas llaves y empezaron a separarlo del suelo. Con él no sólo se llevaban ese buzón, sino ese espacio donde durante tantos años muchos vecinos fueron depositando esos pequeños pedazos de papel, que unidos representaban los vaivenes de su vida, l nacimiento de un hijo, la casa recién alquilada, el empleo conseguido y tantas otras cosas que les fueron pasando y que querían comunicar a sus seres querido y lejanos, ese reclamo por una deuda impaga, esa carta escrita con añoranzas del terruño abandonado, todo eso ya no estaba. Y lo peor adonde habrán ido a parar esas últimas cartas que el cartero no llego a retirar antes de que el buzón desapareciera.